Molinos de Viento: ¿Quién cerrará la puerta?

Susana Solís Esquinca

En veintidós días se escribirá la historia mínima de Chiapas.

A partir del primero de septiembre entrará un Gobernador Interino que le corresponderá únicamente entregar la administración pública al Gobernador Electo, el ocho de diciembre. Se han cerrado las ministraciones, las deudas tanto la pública como la de proveedores serán saldos negativos que se heredarán y en este corto periodo, al ungido le tocará la difícil tarea de administrar los conflictos, postergarlos firmando minutas de compromisos, pero difícilmente habrá recursos para saldarlos. No hay dinero.

Para esta difícil tarea, el gobernador interino tendrá que mantener un estado en paz para que la sucesión sea tersa y sin contratiempos, no más. Para tal cometido se mencionan varios nombres que podrían hacer este encargo, el primero de ellos, es el actual Secretario General de Gobierno, Mario Carlos Culebro, quien al haber estado fuera de la contienda electoral le abona puntos para garantizar una transición ordenada.

Otro de los mencionados es el actual Presidente del Congreso, Willy Ochoa, pero difícil que sea el elegido por sus conocidas pretensiones, y con menos posibilidades es el excandidato a la gubernatura, Fernando Castellanos, ya que se trata de hacer una transición sin movimientos abruptos que descompongan el ambiente político y social. Lo cierto es que esta decisión ya no será unilateral, deberá tomarse de manera consensuada entre el que se va el 31 de agosto y el que entrará el ocho de diciembre y cuyo único encargo será allanar el camino para una transmisión de poderes tranquila y ordenada.

Difícil posición para quien resulte Gobernador Interino.

¿Dónde está el piloto?

Estamos viviendo una situación política inédita. Hay un Presidente Constitucional, Enrique Peña, que ha desaparecido del radar público y un Presidente con mucha actividad pero que hasta hoy será electo, un impasse que esta rompiendo paradigmas pero que mantiene en un limbo a los poderes, mientras la violencia sigue creciendo en el País y los problemas no cesan.

Aún cuando Andrés Manuel López Obrador sea a partir de hoy Presidente Electo, aún no tiene la autoridad legal para influir en las decisiones del actual Presidente, quien a estas alturas debería estar haciendo conclusiones de su mandato o inaugurando las obras pendientes, pero no, tal parece que dejó la Presidencia a medio año, después del dos de julio. Una cosa es la cortesía que corre al Presidente Electo y otra muy distinta que deje de hacer los deberes que por ley le corresponde. Pareciera que hay una prisa por dejar el poder, de cerrar la puerta con antelación y en Chiapas ocurre exactamente lo mismo.

Olvido no, perdón si.

Que habrá pasado por la mente de las miles de víctimas de la violencia el llamado que hizo de Andrés Manuel López Obrador en el primer foro para la Pacificación y Reconciliación Nacional, de cambiar la consigna de “ni olvido ni perdón”, para pasar por “olvido no, perdón si”. ¿Qué pensará la madre de una hija asesinada, de una niña violada, de un hijo desaparecido? Antes de llamar al perdón debe atravesarse urgentemente la justicia, porque si no este País va a repetir la misma escala de violencia pero ahora de propia mano.