La pandemia acecha porque ya le perdimos el miedo


Por: Susana Solís Esquinca


En al menos ocho estados del país el Covid19 está incontrolable, los hospitales están haciendo crisis por saturación, el sector salud está a punto de colapsar y los trabajadores están agotados.


Nada de eso importa porque los mexicanos le perdieron el miedo al virus. En Chiapas, no importa tampoco que la comunidad científica advierta que las cifras están peligrosamente subestimadas, que Tuxtla comience a experimentar un aumento de casos que aunque pocos, representan en el total más del 70 por ciento de la incidencia, como ocurrió en junio cuando llegamos al pico de la pandemia.


El color verde exacerbó la confianza, el pírrico número de casos que diariamente se reportan alimentan la indiferencia representada en el transporte público, plazas, bares y parques atiborrados, los chiapanecos están aburridos del encierro, traen -como dicen los expertos- fatiga por el confinamiento; justo cuando crecen los casos en el país donde la movilidad lejos de contenerse, se ha incrementado.


La disyuntiva es morir de hambre por la crisis o morir de coronavirus. Sin embargo, en el primer caso podría paliarse si los gobiernos destinaran recursos adicionales para hacerle frente a la economía devastada, en el segundo no hay vuelta atrás y la muerte no es siquiera como algunos se la imaginan, la muerte viene por asfixia, en una dolorosa agonía, en la soledad de un hospital.


Los políticos crean leyes que nadie cumple como uso obligatorio del cubrebocas pero nadie tampoco obliga a cumplirlo, todos miran para otro lado, el de las elecciones y hacen reuniones tumultuarias sin la sana distancia, en los pueblos como Amatenango del Valle, hacen una fiesta popular en honor a Santa Lucía con la venia de la presidencia municipal, todos bailan, brincan, todos juntitos, pocos llevan cubrebocas.


Vemos la crisis sanitaria en otros estados y en Chiapas nadie quiere ver lo que se avecina, ni el gobierno ni los ciudadanos.