Molinos de viento

Susana Solís Esquinca

Regañada del Auditor

De todos los jóvenes que forman parte del gobierno de Manuel Velasco Coello, destacan dos, el primero es Alejandro Culebro Galván, Auditor Superior del Órgano de Fiscalización Superior del Congreso del Estado, del segundo me ocuparé más adelante.

Alejandro Culebro es un funcionario serio, comprometido y consistente, sabe que en el cargo que ocupa está construyendo su futuro, por eso, más allá de las coyunturas políticas, ha sido insistente en entregar cuentas claras cuando venga el proceso de entrega-recepción, lo malo es que no le ayudan.

El año pasado, reunió a todos los titulares y extitulares del gabinete legal y ampliado para advertirles que debían solventar las observaciones y dejar limpios los expedientes, para ello se hizo acompañar del Fiscal General, Raciel López Salazar, a quien correspondió advertir de las consecuencias, sin embargo, muchos titulares no asistieron o llegaron tarde.

Culebro Galván ha trabajado a contracorriente sobre todo con aquellos funcionarios que se consideran cercanos al poder y que solo por eso creen que no les pesará nada, sin darse cuenta que el sexenio se extingue así como su protección.

Nuevamente el auditor tuvo que recordarles a los presidentes municipales que se ocupen de menos grilla y más trabajo que para eso se les paga, ya veremos si hacen caso o en el pecado llevarán la penitencia.

Por lo pronto Alejandro Culebro cumple con su deber, intenta ayudarlos a solventar, pero muchos creen que el mundo sigue igual cuando la rendición de cuentas y la transparencia no es un discurso sino una obligación legal.

El otro funcionario es Humberto Pedrero, Secretario de Hacienda, un joven con buena preparación académica, cortés, comprometido y sobre todo leal. Lamentablemente sus homólogos se han encargado de desacreditarlo responsabilizándolo de la falta de recursos públicos, como si el dinero lo trajera en la cartera. De Humberto Pedrero jamás se ha escuchado culpar a su jefe por la falta de presupuesto, es un hombre discreto y sencillo, pero lo que si nos consta es que la mayoría de los funcionarios, ante la incapacidad para gestionar o bajar recursos federales, le achacan al Secretario de Hacienda todos los males, es el patito feo y “aguanta vara”, mientras los demás nunca asumen su responsabilidad y solo se dedican hablar mal de su jefe y claro, del Secretario de Hacienda.

 

Así las lealtades.

 

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