Hombres, entre faldas, tacones y pelucas

Molinos de viento

 

Susana Solís Esquinca

 

Hombres, entre faldas, tacones y pelucas

 

Gran revuelo se desató en las redes sociales el anuncio que hiciera la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, tras presentar junto con el Secretario de Educación, Esteban Moctezuma, el plan “Uniforme neutro”, el cual permitirá que a partir del próximo lunes los niños y niñas de preescolar, primaria y secundaria de escuelas públicas y privadas puedan elegir usar falda o pantalón como parte del uniforme escolar.

La polémica se encendió porque una parte de los mexicanos y mexicanas se escandalizaron por la permisividad de que un niño puede llevar falda a la escuela, aunque curiosamente poco se dijo que las niñas pueden optar por usar pantalón.

A lo largo de la historia, el atuendo y los comportamientos de hombres y mujeres en el ámbito social y privado son producto de la influencia determinada por los dogmas y el poder económico. Desde el antiguo Egipto hombres y mujeres han compartido mucha de la vestimenta, accesorios y maquillaje; aunque no ha significado lo mismo para uno que para el otro.

 

“La sorprendente historia de los hombres en tacones”

 

Así se titula el artículo que la historiadora de cultura visual, especializada en moda y arquitectura, Maude Bass-Krueger. La escritora revela que “los primeros en llevar tacones fueron los jinetes persas en el siglo X para mantener las botas en los estribos” que les permitía asirse con fuerza sobre los caballos y así poder utilizar las armas.

 

Fue Luis XIV en Francia cuando los tacones se convirtieron en símbolo de virilidad y poder militar. Cuanto más altos y rojos más poderoso era quien los llevaba. Se comenta que solo las personas cercanas al rey se les permitía usar dicho color. Los tacones fueron en esa época símbolo de estatus y desaparecen con la Revolución Francesa porque se le asoció con la aristocracia.

 

Recuerdo que los tacones en el calzado masculino se pusieron de moda en la década de los 70, aquellos llamados “zuecos” (emulando a los que se usaban en las representaciones teatrales de la antigua Roma para escenificar la comedia)  o “coturnos” (utilizados para la tragedia); tiempos en que los jóvenes comenzaron usar camisas estampadas, pantalones ajustados con enorme campana, zuecos y dejarse el pelo crecido; la masculinidad (léase machismo) en plena rebeldía de su propia identidad estereotipada.

 

Entre togas, túnicas y faldas.

 

Egipcios, romanos, griegos, aztecas, mayas, llevaron togas, túnicas y faldas porque se dice eran fáciles de fabricar y cómodas para vestir.

Según estudiosos de la moda, es a partir del siglo XIV cuando comienza una diferenciación en la elaboración de la vestimenta entre un sexo y otro, pero esta diversificación lleva a que la moda se convierta en un instrumento de rivalidad en una sociedad que ya estaba muy jerarquizada; sin embargo, los hombres no cambiaron de manera inmediata la falda por el pantalón.

Hoy el uso de la falda en muchos países sigue teniendo un gran valor para los hombres porque refleja estatus, como por ejemplo en Escocia, donde los varones usan los llamados “kilt” solo en eventos importantes como convenciones, bodas o festividades tradicionales. ¿quién no ha visto en la red o revistas del corazón al príncipe Carlos de Inglaterra con su atuendo escocés?

En Albania, la guardia y ejército utilizan faldas como ropa de gala, en Africa está el "Sarong", falda larga con colores llamativos, en Indonesia es similar el atuendo, y ¿quién no recuerda la vestimenta de los griegos o romanos vistos en películas o series con esa indumentaria siendo parte del ejército, reyes o gladiadores?.


Entre pelucas y maquillaje.

En los siglos XVII y XVIII, en época del Rococó Francés se puso de moda utilizar grandes y abultadas pelucas; ahí esta la icónica pintura de Luis XIV.



En cuanto a maquillaje, cuenta la historia que en Egipto, los hombres usaban el kohl (una especie de mineral llamado galena) en ojos y párpados, ocre rojo para labios y mejillas; igual lo hicieron en el siglo I d.C. los romanos, utilizaban pigmento rojo. En Francia en los siglos XVII y XVIII se puso de moda no solo el maquillaje sino hasta lunares postizos.

 

Ni rosa ni azul, solo marketing

 

Al terminar la primera Guerra Mundial el color que las familias utilizaban en la vestimenta para los bebés era el blanco. A mediados del siglo pasado se usaba el rosa para los varones. Cabe recordar que en la época del Rococó francés el rosa  (asociado al rojo sangre y al vigor) era el utilizado por los hombres, mientras el azul considerado delicado y amable, era para las mujeres.

Sin embargo, no hay rastros históricos que confirmen que ambos colores tuvieran una connotación de género.

Algunos expertos en el tema afirman que fue en 1927 cuando la revista Time, con base a datos de venta de los grandes almacenes publicó recomendaciones de los colores apropiados para cada género. Ahí proponían a los padres vestir de rosa a los niños y de azul a las niñas. Fue hasta1940, durante la Segunda Guerra Mundial cuando hay un cambio y los fabricantes de ropa decidieron que el rosa era para las niñas y azul para los niños. Para los años 60 y 70, con los avances médicos donde los padres podrían averiguar el sexo del bebé y comprar con antelación ropa y accesorios; las grandes tiendas vieron otra vez la oportunidad de mantener la tendencia. En resumen, el tema de imponer colores fue el resultado de marketing puro.

 

Solo igualdad

 

A diferencia de otros épocas, en la actualidad el uso de faldas por parte de los hombres se asocia a una expresión de rebeldía, de desterrar estereotipos en una sociedad más sensible al respeto de los derechos humanos, de generar igualdad; mientras en el pasado, el uso de prendas –ahora femeninas- fueron signo de jerarquía que representaba masculinidad y poder.

 

Pero más allá de las faldas, lo que nos debe ocupar es romper los roles y estereotipos de género que nos han impuesto y que ha construido una enorme desigualdad entre hombres y mujeres.  El mensaje de la jefa de gobierno y el secretario de educación está más allá de la discusión simplista sobre las prendas y la moral, es un asunto de derechos humanos, de la libertad de decidir y de la necesidad de seguir trabajando para desterrar creencias sobre los roles que “debe” tener un varón o una mujer dentro de una sociedad y que muchas veces también desencadena en violencia y discriminación.

 

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